domingo, 18 de enero de 2009

Metro de Madrid



Donde el autor, infectado por la utilidad y el pragmatismo de las guías de viaje, describe algo tan útil (y para él tan cercano) como las líneas de metro de la ciudad de Madrid.

La linea 1 es vieja, calurosa y vagamente legendaria. Aunque es de un azul suave que infunde confianza, abundan los raterillos y carteristas acechando a guiris que leen la Lonely Planet. Tiene incluso una estación fantasma.
La línea 2 me irrita y es inútil.
La 3 es amarilla y está muy lejos.Hace poco la renovaron y le añadieron varias estaciones nuevas, pero no es cuestión de tamaños, sino de lejanías.
Hay muchas teorías sobre la línea 4. Sólo se ha podido comprobar que es marrón, y el marrón es un color complicado.
La 5, de un verde flácido completamente demodé, huele a caña y a viernes por la noche.
La 6, la circular, es capicua e infinita, y provoca confusión. Yo, por ejemplo, no distingo entre Manuel Becerra y O`donell y más de una vez, en sus andenes, me he quedado paralizado sin saber dónde meterme.
La 7, color zumo de naranja de bote, es, por onomástica (Ascao, Pitis...), la menos afortunada de las líneas madrileñas. Por lo demás tiene buena infraestructura, pero con ella ni siquiera el roce hace el cariño.
La 8 es un espejismo para que los turistas que aterrizan en Barajas piensen que Madrid es la locomotora de Europa. Es cómoda, eficaz, moderna, anodina. Curiosamente, el rosa no es un color tan feo como pudiera creerse.
La 9, morada, lleva a casa de mi abuela.
La 10, de un azul intensísimo, es decepcionante: con esos vagones tan modernos, ese itinerario de norte a sur tan racional y decimonónico, ese dígito redondo, esos tramos al aire libre, ese movimiento sinuoso propio de los vagones conectados con muelles, esos abrepuertas redondos y luminosos de play station; y sin embargo parece que no va arrancar nunca o que arranca tarde o que tarda demasiado o se queda detenido en mitad de un túnel sin razón aparente, como un niño mimado que lo tiene todo y se abruma por nada.

Yo prefiero ir andando.

Versión corregida y aumentada en Soitu


La Leyenda del loco del Bisturí de la línea 1

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Reivindico desde aquí la línea 4, Ambrosius. Infinita y desesperante a veces, de acuerdo; pero voluntariosa (Esperanza, Paz, Prosperidad,...) como la que más. Le guardo un cariño especial: era la que nos acercaba a Madrid -a la vida, la realidad- desde el submundo que nos tejimos allá, en Canillas. ¡Qué tiempos!
Un abrazo,
J

Ambrosius de Königsberg dijo...

Voluntariosa, pero algo mezquina. Los locutores del metro demandaron a Manu Chao por utilizar su voz en la canción Próxima estación esperanza.
Lo mejor de la 4, con todo, es el tiempo que te deja para leer. Si alguna vez me atrevo con El hombre sin atributos, que lo dudo, lo atacaré desde las butacas de la línea 4.

Anónimo dijo...

Ahora entiendo: en el Trivial el color marrón es Literatura. El hombre sin atributos, que anda por las estanterías de mi casa y nunca me he atrevido a abrir, desconozco.

Gong xi fa cai!

J