miércoles, 18 de febrero de 2009

Avistamientos


Hermosa mujer, sin venir a cuento. Si quieres ver más mujeres soviética, y te recomiendo que lo hagas, pincha aquí.

Donde el autor recibe un teletipo de su hombre en Pekín, un dedeista clandestino de quien no puedo revelar su identidad. Ha visto algo raro: pudiera tratarse del espía que espiaba al Capitán Katiuskas o de un asesino a sueldo o de un poeta asesino freelance o peor aún, de un periodista de viajes en busca de qué contar y sobretodo, en busca de cómo coño contarlo.

“Por cierto, hoy que nieva por primera vez en Pekín -ya sabes que la nieve invita a revelar secretos en cafés oscuros e íntimos- te confesaré algo:

el sábado a media tarde, mientras paseaba alrededor del lago helado de houhai, me pareció distinguir sobre el diminuto puente una figura semejante a la de un espía. Escribía minuciosamente sobre un cuadernillo rojo mientras escudriñaba los reflejos de la luz invernal sobre el hielo. A su alrededor zumbaban los rickshaws, repletos de chinos gordos y chinas delgadas que reían a carcajadas. Él, que también parecía helado enfundado en su gordo abrigo, se movió de repente y se metió en uno de los diminutos cafés diseminados alrededor de la línea de tendencia (véanse las funciones de los gráficos de excel: agregar línea de tendencia) de Nanluoguxiang. Le seguí. Me senté en una mesa cercana a la suya. Aproveché su primera escapada a los servicios para asomarme sobre el cuaderno rojo y leí.

Un vulgar haiku y un dibujo o un esquema de lo que parecía ser un teatro antiguo. Te transcribo el haiku, por si te sirve de algo. Un abrazo desde Pekín.

Cruzo el puente de HouHai:
la vida como una película
dulce brindis venenoso
matar en Pekín es hiperreal

PS: la palabra hiperreal estaba escrita con una grafía distinta, parecida a la cursiva de los procesadores de textos, pero desconozco si el Facebook permite estas florituras”

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