jueves, 16 de octubre de 2008

These boots are make for walking














Donde el autor reflexiona perezosamente sobre la utilidad de escribir un blog, pero por miedo a caer en el nihilismo o, peor aún, el de dramatismo autocomplaciente, interrumpe de forma abrupta su disgresión y recomienda caminar, que es bueno para el culo.

¿Para qué escribir un blog? ¿Porque cuesta menos que un libro o un cuento? ¿Por aburrimiento? ¿Hubiera el contable Pessoa escrito el Libro del Desasosiego en formato blog? ¿Cómo era capaz Kakfa, después de un día entero trabajando en plomizas oficinas, llegar a casa y ponerse a escribir? A veces pienso en estas cosas mientras camino por las calles de Viena y no le encuentro respuesta, pero no importa, porque lo importante es caminar. Ya lo decía mi primo Kierkegaard, siempre tan oscuro y sin embargo con ideas tan luminosas, en una carta a la tía Jette: Sobre todo, no pierdas tu deseo de caminar; yo mismo camino diariamente hasta alcanzar un estado de bienestar y al hacerlo me alejo de toda enfermedad. Caminando he tomado contacto con mis mejores ideas, y no conozco ningún pensamiento cuya naturaleza sea tan abrumadora como para que uno no pueda distanciarse de él andando… pero cuando te quedas quieto, más próximo estás a sentirte enfermo… De modo que si caminas sin parar todo te saldrá bien.

Siempre tan exagerado el primo Soren; a mi se me ocurren varios pensamientos abrumadores que se te pegan al cuerpo como un pijama sudado, por mucho que camines. Es, con todo, una cita hermosa. Pero conozco otra mejor. Me la escribió Gemma, la poetisa armenia con quien comparto celda: “Yo escribiría en movimiento (a veces lo hago). Caminar es lo mejor para pensar. Bueno, para pensar y endurecer las nalgas, que es igual o incluso más importante”. Algo así sólo pudo haberlo escrito caminando, pero juro que estaba quieta, tecleando su ordenador como quien derrumba un castillo.

Yo, por mi parte, y ya voy terminando, escribiría en la cama semidormido,pero si enciendo la luz y busco un bolígrafo y un cuaderno, las palabras se me escapan, o mejor dicho,se apagan, o peor aún, se cambian de lugar y entonces es imposible volver a juntarlas tal y como yo me las había imaginado. Y me quedo con el boli en la mano, los pies descalzos, semidesnudo, el flexo absurdamente encendido,haciendo, en mitad del salón, un ridículo muy literario.

Silbemos

1 comentario:

fon dijo...

Ya veo que eres de los que tecleas a golpe de glúteo: qué gran deporte!!!