martes, 21 de octubre de 2008

Desde Cuba, Habanemia



Donde el autor se introduce en una habitación de una chica cubana de 23 años y explica de forma atropellada todo lo que allí vio y le da las gracias por el chivatazo a una chica delgadadísima cuyo nombre empiza por Y griega

Vas pinchando blogs y llegas a Cuba, a la habitación de una chica de 23 años, habitación adolescente de paredes forradas, ni un milímetro de vacío, y veo a una chica con una guitarra y un blog abigarrado, anárquico, confuso, con citas de Lezama Lima, fotos descolocadas, colores chillones, tipografías de máquina de escribir, perfiles, semidesnudos, desnudos y vestidos; mesas, suelos, cielos, pies y piernas, algún sobaco; tardes de mate tumbada en azulejos sepia, ajustes de cuenta en forma de garrapateadas torrenciales; todo cocinado a fuego muy lento con un “megalentísima conexión desde mi laptoc desbaratada y hecha talco”, y servido en formato de “diario-ripio-collage” de “la juventud cubana desafecta”.

Cuando deja la guitarra escribe cosas como esta:
Por supuesto Cuba no carece de un humor sarcástico-mágico-surrealista, y entonces si narras las cosas como son no puedes dejar de llamar la atención, por muy bobas que nos puedan resultar a los que ya habituados las rechazamos con insipidez y amargura. La realidad del cubano sólo hace gracia al extranjero. Si la padeces todo cambia, y el circo se vuelve tragicómico. Aburrimiento y cansancio
.habanemia.blogspot.com

Llegué a ella a través de Generación Y, un blog “dedicado a los nacidos en la Cuba de los años 70s y los 80s, marcados por las escuelas al campo, los muñequitos rusos, las salidas ilegales y la frustración (...) a los Yanisleidi, Yoandri, Yusimí, Yuniesky y otros que arrastran sus “y griegas”.

Lo escribe una chica delgadísima especializada en cuadritos concentrados de sopa.
Se llama Yoani y esto es lo que ve a su alrededor.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Leyéndole, señor enciclopedista, me recuerdo a mí mismo caminando incansable por las calles escandinavas este verano. Todo lo dicho por vd. es compartido por mí: caminar es sano, y si viajas solo, es imprescindible. De la misma forma, no hay como viajar para escribir blogs, amigo mío. Cuando caminaba por las calles escandinavas de forma incansable, el más recurrente pensamiento en mi cabeza era el de escribir. Ahora, sentado y -casi- aposentado en mi adorada Sevilla, las ganas de escribir se han esfumado por completo. Bastante como cuando tú dices que te observas a ti mismo en tu salón con tu bolígrafo, así me veo yo ahora en mi ordenador. Así que escribe, amigo mío, escribe. Y atrévete con algo largo. Diría que no hay mejor momento que cuando está uno en otro lugar, fuera del hogar.

Entretanto, seguiré leyendo sus piezas, pues son agradables entremeses. Un saludo afectuoso.

Ambrosius de Königsberg dijo...

¿Aposentado en tu adorada Sevilla?
Sos vos,sin duda.

Lo cierto es que paseando por una ciudad escandinava uno se siente capaz de cualquier cosa.

Un abrazo S.