lunes, 15 de junio de 2009

Rabiosa actualidad



Donde le autor prosigue con sus clases prácticas de periodismo y no queda muy bien parado.

Un grupo terrorista puso una bomba el domingo por la tarde. Acababa de dejar a una amiga en la estación de autobuses y conducía de vuelta a casa cuando escuché la noticia por la radio. Me llamó un amigo periodista desde Madrid y yo le dije que era mi día libre. ¿Y no vas a pasar por la redacción?, me recriminó. Inventé una excusa y después me sentí mal periodista, no solo por no ir a la redacción, no solo porque no me apeteciera (al fin y al cabo era domingo, era verano, yo era becario, por la ventana del coche entraba esa suave luz de atardecer),sino porque ni siquiera se me había pasado por la cabeza la posibilidad de que un periodista pudiera actuar como periodista fuera de su horario de trabajo.

Como si la noticia hubiese ocurrido en Marte y yo fuese un campesino en Plutón.

Pulso, ninguno. Mi interés de la noticia cabía en un sencillo enunciado: Eta pone una bomba en el aeropuerto y no hay heridos. Lo demás, pereza. Declaraciones, números, comandos, hora exacta, condena del delegado de Gobierno, condena del presidente de Gobierno regional, condena del alcalde, más declaraciones.

Y en verano, encima.

Al día siguiente la jefa me preguntó, a dar: ¿cómo vivistes ayer lo del atentado?
“No me enteré hasta la noche”, mentí.

El resto sí se enteró y todos fueron a la redacción a echar una mano.

Serían periodistas, o algo.

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