miércoles, 15 de abril de 2009

Petardos de pentecostés

Donde el autor cita a Fray Bartolomé de las Casas, no para hablar de derechos humanos, sino para glosar vicios humanos

En México compré el opúsculo Richard Klein contra los no fumadores. La portada imita un cartel de boxeo y así reza su subtítulo:
El dandy vs el censor;
La adicción sublime vs La razón sanitaria:
Una humeante exposición de las contradicciones y necedades del antitabaquismo.

El autor del libro ha dejado de fumar.

Dentro de las numerosas citas hay una que me gusta especialmente. Posee la extrañeza, el asombro y la sencillez de la prosa del descubridor que tiene entre sus manos un material tan fascinanate que no debe recurrir ni a afectaciones ni a artificios. ¿Cómo describiría yo un filete con patatas fritas, los vagones del metro, un teclado de ordenador, una caña con espuma a mis compatriotas marcianos?
Así relata Fray Bartolomé de las Casas el acto de fumar:

Son hierbas secas que se envuelven en ciertas hojas, también secas, en la forma de esos petardos que los niños fabrican en Pentecostés. Encendidos por uno de sus lados, se succiona por el otro, o se inhala o lo reciben con su aliento hacia su interior, este humo con el que ponen la carne a dormir y casi se embriagan. Esos petardos, o como sea que lo llamemos, ellos lo llaman tabacs. He conocido a españoles en La Española que se han acostumbrado a tomarlos, quienes después de que los reconvine diciendo que era un vicio, contestaron que no podían dejar de tomarlos. No sé que gusto o sabor encuentran en él".


Para más información sobre humaredas, consultar a Lamarde, una ex fumadora reconvertida en coleccionista de arte.

1 comentario:

Anónimo dijo...

"Ponen la carne a dormir"... vaya, me dan ganas de volver.