lunes, 30 de noviembre de 2009

El mapa de colacao

Donde el autor rompe su silencio, no con palabras (porque no se le ocurren, a veces pasa) sino con un mapa sacado de una enciclopedia escolar de los años 60. El ilustrador se llama Herbert Pothorn y el mapa lo he robado del blog 4ojos .





Y aquí, el mismo mapa revisitado por un ilustrador actual, Jose María Lema.





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miércoles, 18 de noviembre de 2009

Elogio al comando Z

Donde el autor, de insomnio, imagina la vida como una maqueta en una pantalla de ordenador

Comando Z es la herramienta para deshacer acciones en el ordenador. Era sólo cuestión de tiempo que algún ingeniero de Apple se atreviera a implementar esta función en la vida real, que es algo que sí existe -a pesar de lo que sostienen algunos filósofos- y es lo que sucede entre que te levantas y te acuestas. No hay quórum sobre el sueño.

La idea era sencilla, los estudios de mercado, halagüeños; el formato, Ipod. La idea: rebobinar la vida con un click.

Sin embargo, las implicaciones teológicas y físicas del invento asustaron a los consejeros de Apple. "Eso sería como llenar el mundo de agujeros negros y nosotros vendemos ocio, no aceleradores de partículas del CERN", apuntó uno de los ingenieros. Otro ponente aplicó, con prosa apocalíptica, la teoría del aleteo de la mariposa a una nueva dimensión espacio tiempo infinita. Por último, el más anciano enfrentó a los oyentes a la perspectiva terrible de una vida con libre albedrío retrospectivo. Y luego añadió: "no os engañéis, no hay momentos decisivos en la vida. No hay encrucijadas".

El Ipod Comando Z fue destruido. En su lugar crearon el Ipod Copy Paste, más seguro, barato y eficaz, para que todos los días fueran iguales.

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martes, 10 de noviembre de 2009

Peter Pan busca piso en Berlín

Nido

Donde el autor, a propósito de tanta efeméride sobre la caída del muro, muestra su Berlín.

Si quieres leerlo, pincha aquí.

p.d: lo que se ve en la foto es la Filarmónica de Berlín que, en una ocasión, en una mañana de invierno, se me apareció nítidamente como un nido

Bonus Track:

martes, 3 de noviembre de 2009

La Casapedia

Donde el autor se hace rico implementando, que diría un consejero delegado de microsoft, una nueva aplicación en google earth

¿A quién no le gusta mirar dentro de una casa? Y no digo espiar a los vecinos follando (que también), sino ese deseo de saber qué hay detrás de las ventanas que a veces llaman tu atención cuando andas por la calle; ventanas por la que se escapa un sonido, ventanas donde alguien fuma apoyado en el alféizar, ventanas que reflejan -preferiblemente en invierno- destellos de una televisión. No voy a seguir con una enumeración de todos los tipos de ventanas morbosas, porque lo cierto es que me gustan todas y en cualquier época del año, especialmente en los días extremos de calor tórrido y en las destempladas noches de otoño, cuando pasas junto a un ventanal de una cafetería cerrada y la barra, vacía e impoluta, iluminada por las farolas de la calle, parece la mesa de disección de unos ladrones de cadáveres, piensas mientras intentas protegerte de la lluvia refugiándote a intervalos dentro de portales o debajo de carteles luminosos de tipografía tan ancha que parecen tejavanas

(con tejavana me refiero a esos cobertizos de plástico que me protegían de pequeño de la lluvia en los recreos y que, aún hoy, veo en los aparcamientos de algunas cafeterías de carretera).

Mi idea es sencilla. Cartografiar y fotografiar todas las casas del mundo y colgar luego el resultado en google earth.Como no soy ambicioso -en el fondo, me educaron en el pragmatismo- comenzaré reproduciendo solo el millón y medio de casas de Madrid, jardines, baños y terrazas aparte.

Fotos sin gente. Solo muebles, sofás, sillas, camas, paredes, ventanas, enchufes, techos, lámparas, pasillos, azulejos, puertas, pomos, repisas, alféizares, mesas camillas, mesas redondas, muebles empotrados y muebles exentos, cocinas, por supuesto, retratos, cuadros, revisteros, esculturas, filtros de agua valencianos hechos con cerámica de Onda, pianos, souvenirs, cortinas y persianas. Acaso esta enumeración de objetos domésticos sea fútil, porque los posibles elementos de una casa son infinitos, como infinita es su combinación.

El espectador solo podrá recrear la cotidianidad de la casa a través de sus objetos. Accederá desde su ordenador al interior de cualquier casa del mundo, pongamos por caso el quinto derecha de un edificio del ensanche barcelonés, donde a partir de mediados de mayo el atardecer te invita a andar descalzo y a escuchar el sonido de una radio lejana que entra desde la calle, aunque eso, las voces del supuesto transistor (bien pudiera tratarse de un extraño eco de una cañería cercana) , no podrás oírlo desde tu ordenador. Es posible, sin embargo, que desees un gin tonic.

Habrá quien lamente el nuevo invento, pues creerá -incluso lo dejará escrito en graves libros de memorias no exentos de cierta, llamémosla, honesta melancolía- que la casapedia traerá consigo el final de la intimidad, la muerte de la curiosidad, la perversión del viaje como genero literario y la desaparición del espionaje, la duda, el desconcierto y la sorpresa como una de las bellas artes.

Su llanto será en vano, pero dejará algunas párrafos evocadores de un mundo desaparecido que en verdad nunca existió. "No hay que tener miedo, si te fijas bien nada cambia con la casapedia", explicará su creador en una entrevista concedida a soitu. "Aunque puedas ver desde tu ordenador la ventana que da al patio interior de un piso de Getafe, de ninguna manera sentirás en tu boca el polvo de la calle mezclado con las hojas de los árboles recién agitados después de una tormenta de verano. Por no hablar del olor a cocido madrileño impregnado en el sujetador tendido al alcance de tu mano.

De momento, añadió.



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